Sin ningún tipo de dudas, Isaac Asimov fue uno de los autores más prolíficos que jamás haya existido. Es reconocido como uno de los mejores autores de ciencia ficción de todos los tiempos. Tiene su lugar en el histórico podio de los grandes maestros junto a Arthur C. Clarke y a Robert Heinlen. Pero también contribuyó acercando la ciencia a la gente común con sus libros de divulgación. También escribió sobre historia, literatura y religión.
Nació un 2 de enero de 1920 en Petrovichi, Rusia. A la edad de tres años, emigró con su familia a Estados Unidos, estableciéndose en Brooklyn. Allí creció estudiando y trabajando en las tiendas de golosinas de su padre. Ya desde pequeño mostró una inteligencia superior al resto de los niños. En su autobiografía, él se describe como un superdotado. En 1939 obtuvo su título de bioquímico de la Universidad de Columbia y en 1941 hizo un postgrado en química.
Mientras realizaba sus labores en las tiendas, Asimov entró en contacto con las revistas de ciencia ficción que allí vendían. Estos ejemplares recibían el nombre de "pulp" en inglés, "pulpa" en castellano, por la pésima calidad del papel que se usaba en las ediciones. Motivado por esas historias fantásticas, empezó a escribir las suyas y ya a la edad de 19 años las comenzó a publicar por ese mismo medio. La ciencia ficción fue el primer tema que abordó y el que nunca dejaría, a pesar de escribir, luego, sobre otros temas.
Aunque abordó todos los aspectos de la ciencia ficción, el que más fascinó a Asimov fue el de la inteligencia artificial. Dividió a las máquinas en robots y supercomputadoras. Los primeros, generalmente con forma humana. Las otras, de descomunal tamaño y total sapiencia. Pero ambos, bajo el control de las Tres Leyes de la Robótica, el marco legal de las acciones de los autómatas y con las que Asimov se propuso jugar en cada uno de sus relatos. En 1950, se editó Yo, Robot, obra en la cual recopiló algunos de sus cuentos de robots y donde presentó las famosas Tres Leyes.
Entre sus cuentos más destacados de robots y computadoras figuran La última pregunta, La máquina que ganó la guerra y Sueños de robot entre otros. En muchos de ellos, la protagonista humana es la Dra. Susan Calvin, una mujer especializada en robopsicología que debe desentrañar los misterios de los cerebros positrónicos de los autómatas. En 1976, Asimov escribió su cuento más famoso: El Hombre Bicentenario. En él, presenta a un robot cuyo fin máximo es convertirse en humano.
También escribió novelas sobre robots como Bóvedas de acero y El sol desnudo en las que pone en primer plano a dos de sus personajes más famosos: el detective Elijah Baley y a R. Daneel Olivaw (la R es de robot).
En 1951, se publicó Fundación, el primer libro de una de las sagas más importantes de la ciencia ficción. En esta obra, describe en un futuro lejano, a una civilización humana que debe afrontar una crisis que puede poner en riesgo todo el avance realizado a lo largo de la historia. Con Fundación y Tierra, publicado en 1986, Asimov ata los cabos sueltos y enlaza en un solo universo todos sus cuentos y novelas de robots con la saga de Fundación. Una lección de cómo se cierra una historia, propia de un verdadero maestro.
Saliendo del campo de la ciencia ficción, Asimov fue una especie de profesor de masas. Con sus libros de divulgación científica, nos explicó a todos conceptos complejos con palabras simples y analogías apropiadas. Pero no le bastó con la ciencia, también lo hizo con historia, literatura, arte y religión.
Hoy se cumplen 16 años desde que el Buen Doctor nos dejó. Pero aún nos podemos encontrar con él. Cada vez que abrimos uno de sus libros estará allí presente para entretenernos por horas con sus relatos, para educarnos y hacernos pensar con sus ensayos y como siempre, mechando alguna que otra anécdota, esas que a los fanáticos nos hacen reír tanto.
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Más que palabras